viernes, 22 de junio de 2012

Mi magia cumple años.

Hoy, veintidós de junio, te hablaré de magia. Pues bien, hay personas que intentan ser mágicas, pero no llegan a serlo. Personas que abrazan a personas porque han encontrado su magia. Hay magia entre personas que las uniría de por vida, como me pasa contigo. Y luego están las que son como tú: personas simplemente mágicas. Personas que vale la pena conocer y sería una pena no compartir sus sueños. Ni su magia. Porque tú tienes esa sonrisa y esas maneras y esa magia en cada paso que das.

Bueno pues os la presento. Ella es Ana o Carva, como no la gusta que la llamen. Ella cumple hoy diecisiete añazos y es preciosa, mírala. Y si la conoces aún más te darán unas ganas de quererla que ni te las crees. A veces se agobia por todo. Está loca. Porque no encuentra algo que entra en el examen, porque no sabe qué hacerse en el pelo, porque hay mucha gente en su casa jajajaja. Sin embargo, cuando está feliz nadie la gana, y te contagia y te anima y levanta y te da ganas y risas a puñados. Ya sea durante nuestras llamadas telefónicas dándonos la chapa, durante esos sábados de Peraleda todos los antónimos a la palabra aburridos o gritando y saltando más alto que la música de cualquier concierto que haya en Toledo. Porque sepáis que Ana es de las que se apunta a un bombardeo. Pero también sepáis que si necesitáis que alguien os de los mejores consejos, ella es vuestra chica. Porque es de las que me ha enseñado que las amistades verdaderas son las que son capaces de decirte la verdad en todo momento, las que te abrirán los ojos por tú bien, porque te quieren y quieren lo mejor para ti. Y hacerme caso que vais a encontrar pocas así. Y es que somos tan parecidas. Es más, las dos queremos estudiar medicina. Y si hablamos de cosas médicas os diré que ella es la medicina que me salva de dolores de cabeza o el anestésico que hace más llevaderas las ostias que te pegas. A ella no le gustan las vendas de ojos y te las quitará para que no te estrelles. Y es que yo me muero por pasar un rato con ella, por entrar en sus planes y en su risa, que por cierto, hipnotiza. Por nuestra locura momentánea, por nuestras mil fotos con el móvil, por cada una de sus sonrisas. Y bueno mi princesa, que feliz cumpleaños, que no me cambies nunca y que eres increíble, enserio.

Por ser como eres, por estar siempre ahí..
Gracias,gracias,gracias.gracias

'Sola no comprende la vida'

Y ya van diecisiete primaveras desde que la chica fácil más dificil se pasea por el mundo con planes para asaltarlo. Bastaron tres primaveras para que me pillase a mí, a mi sentido común, del humor y hasta el del ridículo. Bastaron tres primaveras para convencerme de que iba a quedarse de por vida. Ella es la que me enseña a vivir sola, pero con ella. Que no puedes fiarte de los chicos que arrasan tu habitación un viernes por la mañana y esa misma tarde desaparecen. Yo la decía que el amor existe y que no es cosa de locos, que dejase que yo la quisiera un poco, que aun que a veces podíamos llegar a ser insoportables, también eramos invencibles, a prueba de bala y cañón, de rutina y de veranos separados. Me hablaba de quirofanos y hospitales, mientras yo llenaba con letras toda su cabeza, mientras reinventaba toda su filosofía.
Me hablaba de mi fragilidad mientras yo me protegía en su coraza, buscaba un poco de amor tamaño XXL en cada límite. En el último año, en los días que se tachaban, en los exámenes que nos follaban y luego, tampoco llamaban. En cada discusión, en cada semana insoportable o en cada semana inolvidable, en cada fin de semana o en cada fin de año, en las recaídas, en las idas y en las venidas, entre no saber qué queriamos pero consolarnos por que nos teníamos a nosotras. No sabíamos que queríamos, pero si lo que no, separarnos, y eso, como suele decirse, es lo importante.

Felicidad es.

martes, 19 de junio de 2012

Cartas a soledad (M)

Querida soledad:

Llevas conmigo más tiempo del que quisiera,tú,amante prohibida que no desafina y sin embargo, tiendes a aparecer después de un beso, de dos, de tres, o incluso después de diez llamadas perdidas. Quién me iba a decir que tú serías mi acompañante de por vida, que no existen distancias, si no personas distanciadas, que no existen vacaciones, si no tiempo para mí, para tí y para nadie más. Estás en ese lugar donde nadie aún conmigo se ha atrevido a entrar, varios han intentado librarte mil batallas pero tú ganas todas aun que sea en mi cama de empatar. Y después de todo, aun que no me ofrezcas ganas, me quitas llamas, llegas con canciones y te transformas en libertad. Soledad, mi pequeña libertad. Y tan pequeña que me queda demasiado grande como para enfrentarme a todo esto. A visitas fugaces. A sábados por la noche en los que no sabes si apagar el móvil o colgarte del tío que te espera en el portal. Al verano que se cuela casi con tanta fuerza,como las personas que se van.
Eme,la vecina de en frente, o tus ganas de matar.

domingo, 17 de junio de 2012

Cartas a Soledad.


Querida soledad,

Dicen que tú también eres preciosa, pero entiéndeme, tú no me regalas las ganas de los sábados ni me pones ojitos si quedamos, ni finges tan jodidamente bien que me quieres. Tú llegas, te sientas al borde de mi cama, me acaricias el pelo hasta que me calme y te bebes cada una de mis lágrimas. Te encanta correr delante de mí para que te abrace, te escondes en el armario donde guardo los restos del desastre y me vigilas con los ojitos grandes y en silencio. Ahora sé que me estás viendo escribir hasta que me quede dormida y me verás hincharme a helado de chocolate. Estás aquí porque sabes que aunque parezca que hay algo de vida en mí, ya no hay nada de mí en su vida. Tú lo sabes todo. Sabes que los diecisietes hacen que las heridas sangren y escuezan. Que “hoy no me encuentro” porque los diecisiete pasos que hoy son hacia atrás me tienen desorientada. Sabes que se me encoge el corazón si paso por esa calle, que la ciudad que tan llena de vida estaba, se está ahogando este domingo. Y que quiero escapar de aquí. Porque ahora mismo no distingo entre golpes y caricias, ni entre abismos y soportales.

¿Y sabes qué, Soledad? Que yo te prefiero a los sinsentidos huecos y absurdos de antes. Que aprenderemos juntas que tener la cabeza llena de fantasmas no es bueno, que es necesario desatar vendas de ojos y nudos de garganta. Aprenderemos que la sensación de estar al borde del acantilado y con un pié en el abismo no dura para siempre, ni mucho menos.


Firmado,
La que murió de frío aquel verano. 

sábado, 16 de junio de 2012

Que no puedes fiarte de los chicos que solo dicen tequieros.

Ella hablaba de recaídas y penas húmedas en los meses de verano, que no entendía ni encajaba. Ella estaba en proceso de entender por qué había salido a patadas de su mundo y él a propulsión de su gravedad, años luz les separaban, como si nunca hubieran compartido saliva,abrazos,risas y calentones. Me contaba que todo cambió en dos días y cuatro palabras mal dichas y que parecía subrreal, como cuando te levantas de un mal sueño.


Aún le sigue sorprendiendo la capacidad que tiene él de volver a levantar el muro, o como escribió en él algo tipo “a otra cosa mariposa” o “si te he visto no me acuerdo”. Creo que ella hasta pidió ser un poco así por navidad. Qué lástima. Mira que había cometido errores en su vida, pero él era el más grande y el más arrogante. Ya solo quedaba elegir: escombros o indiferencia, dejar las heridas a carne viva o hacerse con tiritas tamaño XXL.
En su reproductor sonaba que el mundo estaba del revés ese fin de semana y que había que buscar cordura. Entonces descubrió que las resurrecciones existen y las lágrimas no son infinitas, se agotan o en su defecto, se evaporan. Dejó que fuera el tiempo quien jugara la partida de bolos y derribara los daños. Que fueran los meses quienes pusieran a cada uno en su sitio, mientras ella buscaba el suyo. Aunque todo eso le quedara grande, recogió los restos del desastre, para que no quedara ni uno a la vista, los metió en una caja y los guardó al final del armario.


Y todos los tequieros que sobraban, volaron por falta de peso. 

viernes, 1 de junio de 2012

Haz que me levante un día y crea que es posible. Que no me coman las dudas, la intuición o incluso la experiencia. Haz que me levante un día sin odiar el despertador o la hora que apunta. Que todos los minutos sean para mí. Haz que me levante un día sin miedo, sin coyunturas, que me coman las ganas de vivir y comerme yo también un poco el mundo. Haz que me levante un día y tenga rosas en la mesilla, o tus pantalones sobre la silla. Que me sobren motivos para quererte, y seguir haciéndolo incluso si no los tuviera. Haz que todas las canciones hablen de tí. Haz que me levante un día sin pensar que puede ser el útimo.