domingo, 17 de diciembre de 2017

Diferencias (in)salvables

Prometimos querernos de por vida
hace años,
sin darnos cuenta
de que aquella promesa
sería una condena
que arrastraríamos sin importar la ciudad
o la espera.

Resucitamos un amor en el Día de la Marmota
y clavamos los cuchillos en la espalda,
cansados de un sentimiento
que por más puñaladas no moría.

Era imposible luchar contra nosotros mismos,
enfrentarse a esos dos chiquillos
que se tatuaron un nudo de doble lazo en la garganta
y que volvieron a cumplir 18 años
en el refugio de sus miedos.

Al final,
por no plantarnos cara
nos quedamos abrazados a los paréntesis,
a los descansos de papel en blanco,
tinta,
y a volar,
al trampeo de los relojes
y al desnudo de armaduras.