lunes, 13 de agosto de 2012

¿De quién me estás hablando?

Recurrías a él como recurres al vodka los sábados. Como si el tiempo que se colaba entre los años bastase para hacerlo suficientemente largo. O por lo menos,para jurarnos que sería eterno cada noche.
No sabías lo que era el amor si no eran sus labios los que te rozaban el endocardio y todos los puntos finales. No tratábamos con promesas. Hablábamos de cumplir daños mientras nos quitábamos años, y al revés. Y eso de que el tiempo a veces sólo sirve para alejar personas. Como cuando sólo compras el billete de ida, expectante por lo que encontrarás al final del trayecto. Personas que pasan de estar en el centro de tu andar y también de tu equilibrio, a estar tan lejos que ni sus ojos, que a menudo se me antojaban más claros y menos rojos, podían clavarte una puñalada- De esas que ya sólo rebotan. Tan inmunes a la guerra y a sus consecuencias. Tan yonkies de las ganas que aparecen sin avisar, llaman a tu puerta y destrozan tu cama y tus tablas. Y tres vidas después sigas sin saber quién es y qué ha venido a buscar.

Hoy voy a hablar de. Como cada noche. Por cada historia que dejamos a la mitad.
Por cada papel en blanco que acabó convirtiéndose en algo sobre lo que escribir.

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