Vengo a probarte.
a teñir de estrellas el sonido de tu risa,
descolocar tus palabras cuando hablas,
para después encontrarnos en ese punto
y aparte,
que siempre comienza con otro párrafo,
mejor que todos los capítulos anteriores.
Vengo a enseñarte
que la espera,
a veces,
es el mejor calentamiento,
antes de echarnos a correr
por este maratón que llamamos “vida”.
Vengo a contarte,
que ya me acostumbré al lenguaje de la herida,
el dialecto de las cicatrices,
las abreviaturas de las frases que nunca te dije,
por miedo a quedarme muda.
Vengo,
no sé si para quedarme,
pero sí para besarte las costillas,
hasta que florezcan los almendros
y líderes la primavera.
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