Último día, pequeño amigo. Gracias por las cicatrices, por
echarle narices.
Por no ser uno cualquiera, aunque no empezaras como yo
quería.
Gracias por ponerte esa camisa nueva de color give peace a chance.
Más perdidas por el mapa, imposible. Aeropuertos, nuevos
mundos, aventuras… dejarme empapar por sonrisas de neón y colgarte de
cualquiera una noche. Cruzar el atlántico, pasarte días seguidos sin dormir, los
ligues de una noche, tener más alcohol en las venas y acordes en los pies que
problemas que te ronden. Así sí.
Y un día, en una cala de no sé qué pueblo me encuentro
tonterías que suenan a nuevas. Volaban las palabras que se llevaba la suave brisa de un mar que ya no estaba triste. Mi piel se
erizaba según paseaban sus dedos. Nos mirábamos expectantes. Y solo veía sus ganas
rebosantes en el ombligo que le llenaban la garganta. Presas de un desliz que no estaba preparado, pero daba igual. Había dudas pero también
descuidos, ése era el caso. Ahora nos acordamos lejos y ni eso, pero en ese
momento intercambiábamos alientos y caricias. Fue una ilusión de un rato que te devuelve la sonrisa
y te quita las penas que te sobran.
Pasamos página, cambiamos acompañantes y el modo cómo nos colocamos. Te despides de promesas antiguas y poco a poco llenas el hoyo que cavaste. Que no solo es tormenta y calma, de vez en cuando llegan ráfagas de viento que te llevan lejos, y cuando te traen de vuelta lo tienes todo mucho más claro.
Pasamos página, cambiamos acompañantes y el modo cómo nos colocamos. Te despides de promesas antiguas y poco a poco llenas el hoyo que cavaste. Que no solo es tormenta y calma, de vez en cuando llegan ráfagas de viento que te llevan lejos, y cuando te traen de vuelta lo tienes todo mucho más claro.
Se lo llevan todo y te dejan volver a levantar tu pequeña casa de pájaros.
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