Nunca había visto a una niña jugar con patos ni
tampoco llevar un bolso rojo transparente. Tampoco había visto nunca una
sonrisa tan sincera ni un flequillo tan mal cortado, que enamorase tanto como
el de ella. Ni una forma tan especial de agarrar el cigarro, ni un submarino
amarillo tan grande. Tan enorme que hoy hace 16 años, que llegó como una fiera
dispuesta a comerse el mundo y todos los trozos de pizza que la pusieran por
delante.
Por que así llegó ella. Inexplicablemente en mi vida
un verano que se me antoja tan lejano. De la mano del amor de su vida y con sus
convers bajo el vestido azul más alegre que podías imaginar. Y así llegó ella.
Inestable, tímida. Y así, poco a poco, fui ganándome su mundo y cada una de sus
canciones, sus fotos y hasta su último cigarro. Ya sabes, el del deseo. Y si
por desear fuera, no desearía nada más que lo que ya tengo, tiempo contigo y
con tus brazos, con tus palabras que me salvan tantas veces del precipicio. Por
que sí, tú, Inés, eres especial, rara, distinta, diferente, y es lo que te hace
presente en cada uno de mis días. De nuestros días. De nuestros veranos y de
nuestras tardes en las escaleras, de nuestros momentos de salvación, de tus
filosofías y de las mías, de nuestra forma de entendernos tan a menudo. Y así,
conseguí que me quisieras y aún así, para mí es tu mejor regalo y para ti espero
que una tarta de mermelada y unas palabras a quemarropa consigan arrancarte una
sonrisa y tatuarte mi nombre en la piel. Ya que en cada paso que des, quiero
que me lleves contigo. Tanto como si saltas o te caes, como si bailas o te
quedas quieta, contigo a tu lado resbalando, levantando, bailando y frenando,
pero juntas. Con olor a vida entre las manos, con sabor a indie entre los
labios.
Te,te,tequi,tequila.
Te,te,tequi,tequiero.
M.
No hay comentarios:
Publicar un comentario