domingo, 30 de diciembre de 2012

Lineal

Había pasado demasiado tiempo desde aquel encuentro. Era lunes, lunes malo, como todos. Y el tiempo apremiaba a ponerse en su contra. Era casi imposible llegar a tiempo hoy. Dandolo por perdido, rendida ante las agujas de su reloj, se dejó apoyar sobre el vagón del metro. Por el reflejo del tunel intuía caras dormidas, desconocidas, como ella desde que llegó a la gran ciudad. Hasta que vió lo que vió y empezó a frotar fuerte sus manos sobre los ojos. ¿Qué hacé aquí? Era demasiado temprano para tanto contratiempo, y aquel contratiempo le resultaba tan familiar... chico del lunar rojo en su mejilla izquierda. Bastaron dos segundos para que ella se colocase detrás de él, llena de coraje y valentía, la misma que él años atrás le había robado. Al contrario que todo lo demás, hay ciertas cosas que solo se recuperan con el tiempo. De sonrisa sincera, se inclinó para dar un par de palmaditas en su hombro. Cuando él se giró, no podía creerselo. No había cambiado nada.

Él, aún con el olor que ofrecen los cigarros de primera hora de la mañana, despertó de todo el sueño que su noche anterior le había robado."No puede ser ella",y sin embargo, lo era. Clavando la mirada recordó como el sol que se colaba a través de las ventanas del tren la hacían aún más rubia, y más guapa. Y quién pudiese olvidar esa sonrisa...
- Ei- dijo ella riendo, risueña, contenta- ¿Qué haces aquí?
-¿ Qué haces tú?- replicó él, aún mirándola - Yo vuelvo a casa.

Estaba claro, te podías encontrar de todo un lunes por la mañana en la línea 6 del metro de Madrid. Pero con cosas como ésta ninguno de los dos contaba. Transcurrían los minutos entre miradas con ganas, Dios sabe de qué, cuando una voz en off anunció que apenas quedaban dos paradas para separar aquel atroz encuentro.
Después de dar los datos oficiales y dejar subrayado que el número de teléfono era de las pocas cosas que entre aquellos dos no había cambiado, las puertas del tren se abrieron, dejando entre el murmullo un sincero "me alegro de verte" y el aún más malsonante "mañana te llamo".

Eran las ocho de la tarde cuando ella se presentó en su puerta. Había sido todo una coincidencia, si es que de verdad eso existía, que su piso rondase tan cerca de su residencia.

Fumaba ella como nunca, fumaba él como siempre. Y se pasaron las horas muertas ahogándose en todas las cosas que no se habían contado: la Selectividad, el verano de los 18, el carnét de conducir, el nuevo apartamento en Madrid...

-¿ Estás con alguien?- vomitó ella, envuelta en el poder de las risas que no se olvidan, casi inconsciente
- Lo dejé hace un par de meses, la pillé con otro- No sabía si reir o llorar. Desde luego esa pregunta iba a quemarropa, el ladrón robado, el ratón cazado... El karma no podía tener tanta fuerza, creo.
- Lo siento- y sonó como suenan todas esas palabras que se dicen por cumplir- ¿estás bien?
- Sí- ¿qué podía esperar? Él nunca había pronunciado lo contrario. Él no.

Y la conversación cambió de rumbo como giran los pomos de las puertas, por la fuerza.

- Se hace tarde, tengo que irme.
Después de titubear, dudar, vacilar un poco y alargar las miradas, ella cogió su abrigo y se rindió ante su puerta. Antes de agarrarla,se giró, y escupió las palabras como si se tratase de aguardiente:
- Me costó ponerle fin a lo nuestro.
Él se puso serio, mirándola a los ojos se incorporó sobre su asiento. A veces los golpes duelen más si son chicas como ella quien te los da.
- ¿Y lo has hecho?
- Sí.

Agarró la puerta y se marchó. Él siguió sentado. Cuántas oportunidades han reaparecido por esa puerta y cuántas, idiota, se han marchado.

Suena Wish you were here en la habitación.
Hacía demasiado frío para no estar juntos. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario